Tuesday, March 28, 2017

"Si tú escuchas, hallarás"

No sabía qué decir. El hombre estaba allí llorando mientras explicaba que sólo hacía una semana que se ahogó su hijo; yo no tenía palabras. Yo había sido llamado a ser un representante de Jesucristo, y sin embargo no podía pensar en qué decir para quitarle al hombre su dolor. De repente, la cuenta regresiva del comienzo de la próxima sesión de la Conferencia General apareció en la pantalla, y entonces llegaron las palabras:

"Hermano," le dije, "Lo que va a escuchar son discursos dados por hombres de Dios--apóstoles y profetas." Entonces sentí la impresión de darle una promesa específica, y se la compartí inmediatamente: "Si usted escucha, hallará paz."

Esta experiencia fue una de las más poderosas de mi misión. Ese hombre, que había pasado por una prueba significativa y desoladora, carecía de consuelo que no le podía dar yo, aunque anhelaba y oraba que pudiera. En ese caso, el Señor le había guiado a esa capilla para que pudiera escuchar las voces de Sus siervos--Sus profetas y apósotles--para que pudiera hallar la paz que buscaba. Y resultó que ese hombre humilde se quedó y escuchó a los profetas de Dios.

Al cerrar esa sesión y la conferencia, el profeta Thomas Monson, el presidente de la Iglesia, dijo lo siguiente:

"Vivimos en un tiempo de la historia del mundo en que hay muchos desafíos difíciles, aunque también, grandes oportunidades y motivos para regocijarse. Hay también, por supuesto, esos momentos de decepciones, penas y hasta tragedias en nuestra vida. Sin embargo, si ponemos nuestra confianza en el Señor, Él nos ayudará en medio de las dificultades, sin importar cuáles sean. Como nos afirmó el salmista: "Por la noche durará el llanto, y a la mañana vendrá la alegría"" ("Hasta que nos volvamos a ver", abril de 2013). 

Jamás olvidaré lo que pasó cuando terminó la conferencia; volteé para ver la reacción del hombre, y él sonreía. "Gracias, hermano," me dijo, y extendió la mano para agradecer. Había encontrado la paz que tanto anhelaba.

Aunque no sabía que iba a escuchar a la Conferencia General ese domingo (había ido a la iglesia porque le habíamos dicho de la hora y el lugar, pero habían pasado ya varias semanas y no habíamos hablado de la Conferencia), él había venido con una pregunta/preocupación, y entonces encontró su respuesta. Para nosotros la fórmula es igual.

Si deseamos hallar respuestas o paz o lo que sea de los mensajes de la Conferencia General, primero debemos prepararnos con preguntas específicas. Todos tenemos desafíos. Como dijo el presidente Monson, todos tiempos esos "decepciones, penas y tragedias." A veces sólo tenemos una pregunta que queremos que se conteste. El escuchar las voces de los profetas, los apóstoles y los otros líderes generales nos da una oportunidad perfecta de hallar lo que buscamos.

Sin embargo, no nos ayuda mucho preparar preguntas si no escuchamos atentamente para hallarlas. Entonces, debemos escuchar con íntegro propósito. Íntegro propósito significa que buscamos la respuesta con la intención de hacer la instrucción que reciba, no importa qué sea. Requiere fe, y require que abramos nuestro corazón y nuestra mente a lo que el Señor nos diga. Requiere que estemos despiertos físicamente también. A veces es difícil, especialmente cuando queremos hallar la respuesta en vivo; las diez horas puede parecernos muy largas. Pero es tiempo sagrado. Si escuchamos con íntegro propósito, podemos hallar las respuestas que buscamos.

Pero si también tenemos en cuenta que es según la voluntad de Dios si recibimos la respuestas a nuestras preguntas. Debemos también estar preparados para la posibilidad de que no la recibamos, y que estudio adicional y confianza adicional sean requeridos para hallarla. Si tenemos fe y confianza en el proceso de revelación, todavía la encontraremos.

Como el hombre de mi misión, el Señor quiere que busquemos guía, dirección y paz por medio de la Conferencia General. Y la misma promesa es para nosotros:

Si escuchas, hallarás.


"Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá."
Matthew 7:7-8


Saturday, March 25, 2017

"A quien el Señor llama, él capacita"

Es una de las características únicas de la iglesia verdadera y viviente del Señor que cada miembro es llamado a servir, y cumplir con asignaciones específicas para la edificación del Reino. Pablo dijo, "Él mismo constituyó a unos apóstoles; y a otros, profetas; y a otros, evangelistas (patriarcas); y a otros, pastores (obispos) y maestros; a fin de perfeccionar a lost santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo" (Efesios 4:11-12). Ningún llamamiento es más importante que otro para el Señor. Él no ama más a un obispo o un president de estaca o un Setenta que un líder de la guardería o un maestro de la primaria. Todos los llamamientos tienen lugar importante en la iglesia, y todos seremos bendecidos si magnificamos nuestro llamamiento.

"Pues tampoco el cuerpo es un solo miembro, sino muchos....Pero ahora Dios ha colocado los miembros, cada uno de ellos, en el cuerpo, como él quiso....Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito; ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros. Antes bien, los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios" (1 Corintios 12:14,18,21-22).

El recibir un llamamiento en la Iglesia es una gran responsibilidad, no importa cuál sea el llamamiento. Es fácil sentir inadecuados cuando se nos extiende, especialmente cuando requiere que vayamos fuera de terreno familiar. Aun cuando se nos dan llamamientos que tienen que ver con tareas familiarizadas, es fácil sentir que no podemos cumplir con tales llamamientos. Sin embargo, el Señor ha prometido que Él estará con nosotros mientras servimos. El presidente Henry Eyring dijo lo siguiente en cuanto a los llamamientos y cómo podemos magnificarlos:

"Doy mi consejo a todo hombre o mujer, jovencita o joven que haya sido llamado o que sea llamado en el futuro. Hay algunas cosas cuya veracidad deberá llegar a conocer. Intentaré expresarlas con palabras, pero sólo el Señor, por medio del Espíritu Santo, puede manifestarlas a lo más profundo de su corazón....En primer lugar, usted es llamado por Dios....[segundo], se le ha llamado para representar al Salvador. [Y tercero,] así como Dios le llamó y le guiará, Él le magnificará." (Les invito a estudiar el discurso completo; den clic aquí.) El Señor tiene el deseo de vernos ser existosos. Y tiene más que una razón.

Cuando leemos el libro de Doctrina y Convenios, especialmente las primeras secciones, podemos darnos cuento rápidamente que en los primeros días de la Iglesia, el Señor empezó a llamar a los laboradores a la viña. Llamó a un joven de catorce años llamado José Smith, le guió y lo puso como profeta. Llamó a un maestro llamado Oliver Cowdery, le guió hasta la puerta de la casa de José; Oliver llegó a ser uno de los tres testigos del Libro de Mormón. Oliver también estuvo presente con José cuando el Salvador y los profetas de la antigüedad les aparecieron en el templo de Kirtland. Llamó el Señor a un ministro llamado Sidney Rigdon, le guió con los Santos; él llegó a ser un maestro poderoso en la Iglesia. Y la lista sigue. En una revelación dada por medio del profeta José Smith a Sidney, el Señor dijo lo siguiente:

"He aquí, de cierto, de cierto le digo a mi siervo Sidney: He puesto mis ojos en ti y en tus obras. He oído tus oraciones y te he preparado para una obra mayor. Bendito eres, porque harás grandes cosas." (DyC 35:3-4).

En verdad, Sidney hizo grandes cosas, ayudando a que fuera fortalecido el Reino de Dios en Su infancia, para que pudiera ser nutrido y llegar a ser como es hoy en día. (Por divulgación total: Sidney eventualmente se apostató después de la muerte del profeta José, porque argumentaba que merecía ser su sucesor. Los estudiosos atribuyen su apostasía al daño cerebral que sufrió en un acto de persecución. Sus hechos antes de eso, sin embargo, son notables.) Cada uno de nosotros ha sido llamado también. No hay ningún miembro que no haya sido guiado de una manera u otra a la Iglesia. Algunos de nosotros nacimos en ella. Yo me encuentro en esa categoría, y fue por la fe de mis padres y los susurros del Espíritu que se nutrió mi propia fe y que se me permitió tener a una convicción completa de la veracidad del evangelio. Otros son conversos a la Iglesia, habiendo aprendido de sus amigos, familiares y/o los misioneros de tiempo completo los principios del evangelio; ellos llegaron a saber de su veracidad por acción fiel. Como sea que tú llegaste a ser participante en el evangelio del Señor, has sido guiado a ella por dos razones principales:

1) El Señor te ha preparado para que progreses hacia la exaltación por medio de los desafíos asociados con el servicio en la Iglesia; y 2) tienes algo único que ofrecer que te hace parte clave en la máquina que mueve adelante, fortaleciendo el Reino. Lo más importante: los llamamientos son para nuestro propio beneficio y progreso, y para el beneficio y progreso de la Iglesia.


Progreso personal

Es importante que recordemos que es el Señor, Jesucristo, el que nos ha llamado. Él dijo a sus apóstoles, "No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé" (Juan 15:16). Sabiendo que Él nos ha llamado nos ayuda a tener la motivación necesaria para lograr lo que Él quiera que logremos. A veces pensamos cuando se nos promete que llevaremos fruto, que se nos promete que se llevarán a otros al evangelio o a una participación más amplia en él. Pero ese somos nosotros incluídos en esa promesa, de ver progreso en el evangelio.

En uno de los mensajes más poderosos del MTC (CCM de Provo) que he escuchado, el élder Jeffrey Holland habló de cómo se introdujo el manual misional Predicad mi evangelio. El cambio ocurrió en los primeros años de este siglo cuando los líderes de la Iglesia empezaron a ver una cantidad aumentada de ex-misioneros que estaban inactivos. El élder Holland dijo lo siguiente en el discurso:

"Con esta proposición fundamental...el mensaje de Predicad mi evangelio dado a ustedes esta noche es que el cambio fundamental que se hizo en cómo hacemos la obra misional es que necesitamos convertirte primero a ti, y después averiguar cómo convertir a los investigadores."


Los llamamientos permiten que tengamos oportunidades increíbles para progresar individualmente. ¿Es posible que nuestro testimonio no crezca si nos toca ser maestros de la escuela dominical, y tenemos que enseñar las doctrinas puras de las escrituras y de las palabras de los profetas cada semana? ¿Es posible que nuestra fe no se fortalezca si nos toca servir como misioneros de barrio, y tenemos la oportunidad de ver milagros mientras trabajamos con los misioneros de tiempo completo y ayudamos a que crezca la fe de los investigadores y los menos activos? ¿Es posible que nuestra capacidad de ser pacientes no mejore si nos toca ser líder de la guardería, o parte de los hombres jovenes? ¿Es posible que no sintamos el amor del Salvador y que no se mejore nuestra capacidad de amar como Él ama cuando servimos de manera diligente como maestros visitantes o maestros orientadores? Es seguro que crezca nuestro testimonio, que se fortalezca nuestra fe, que nuestra paciencia y longanimidad se hagan más fuertes y que nuestra habilidad de amar a todos de manera incondicional se desarrolle mientras magnificamos nuestro llamamiento. He tenido varios llamamientos (y eso de ninguna manera representa una señal de dignidad propia de mi parte), y he visto cómo cada uno me ha dado nuevos desafíos. Cada desafío es una oportunidad de progresar y crecer.

Pablo habló de estos desafíos, y lo que significan en cuanto a nuestra relación con nuestro Padre. "No menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él. Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe como hijo....Pero [hace esto] para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad" (Hebreos 12:5-6,10). Podemos cambiar la palabra disciplina por llama. El Señor siempre tiene una causa para darnos un cierto llamamiento. El último versículo tiene cierta poder cuando hacemos el cambio de palabras:

"[Él llama] para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad."


Fortalecimiento del Reino

Fue el profeta Alma que exclamó, "¡Oh, si fuera yo un ángel y se me concediera el deseo de mi corazón, para salir y hablar con la trompeta de Dios, con una voz que estremeciera la tierra, y proclamar el arrepentimiento a todo pueblo!" Con esa exclamación poética, el profeta rápidamente se da cuenta del error de esa forma de pensar. Sigue,

"Mas he aquí, soy hombre, y peco en mi deseo; porque deberíá estar conforme con lo que el Señor me ha concedido....En vista de que sé estas cosas, ¿por qué he de desear algo más que hacer la obra a la que he sido llamado?... Sé lo que el Señor me ha mandado, y en ello me glorío. Y no me glorío en mí mismo, sino en lo que el Señor me ha mandado; sí, y esta es mi gloria, que quizá sea un instrumento en las manos de Dios para conducir a algún alma al arrepentimiento; y este es mi gozo.(Alma 29:1,3,6,9)

¿Es nuestro deseo ser instrumentos en las manos de Dios? ¿Qué significa eso? Ya que he sido bendicido con una capacidad limitada de tocar música, a veces se me viene a la mente la idea de los instrumentos musicales. La guitarra no puede tocarse sola. El piano no puede manipular sus propias teclas. Es el hombre que agarra la guitarra, o la mujer que se siente frente al piano con sus tiernos dedos que hacen que suenen las notas musicales. Si queremos ser instrumentos, no debemos intentar hacer algo que en realidad no tenemos la capacidad de hacer. No podemos hacer la música de la obra. Sólo Cristo lo puede hacer. Sólo podemos estar disponibles para el Señor para que esa música suene claramente--las cuerdas de guitarra deben ser tirantes, y el piano debe ser afinado. Sólo de esa forma podemos hacer que la música suene como el Señor quiera. Debemos ser obedientes y diligentes para que la luz del Señor se refleje.

Es importante tambíén notar que no tenemos que sentir inadecuados cuando parece que nuestros talentos no concuerdan con la tareas de nuestro llamamiento. Como dijo el presidente Monson: "A quien el Señor llama, él capacita."

"De modo que, si tenéis deseos de servir a Dios, sois llamados a la obra; pues he aquí, el campo blanco está ya para la siega; y he aquí, quien mete su hoz con su fuerza atesora para sí, de modo que no perece, sino que trae salvación a su alma" (DyC 4:3-4).

Hemos sido tan bendecidos con el conocimiento del evangelio restaurado de Jesucristo, y por tanto, tenemos la gran responsibilidad de hacer nuestra parte en fortalecer el Reino. Aunque puede parecer una tarea desalentadora, el Señor está con nosotros.

Wednesday, February 8, 2017

Meditar

Cuando el Salvador hizo su visita a la gente de América antigua, se sentó con ella, la sanó y la enseñó. Cuando ya se acababa el primer día de la visita, estudió el estado de la congregación y dijo, "Veo que sois débiles, que no podéis comprender todas mis palabras...Por tanto, id a vuestras casas, y meditad las cosas que os he dicho" (3 Nefi 17:2-3).

Vivimos en una época tumultuosa. A veces se nos hace difícil salir del bullicio de la vida cotidiana, y aún quedarnos con paz. A veces nos metemos voluntariamente en este caos cuando pasamos demasiado tiempo en los redes sociales, o cuando miramos la televisión, jugamos videojuegos, etcétera. En una época de tanta confusión y tantos malentendidos, estas distracciones pueden ser dañosas si nos distraen de las impresiones del Espíritu. Como dijo Jesús, somo débiles, y no podemos comprender los misterios de Dios, y entonces debemos meditar.

El élder Hans Rigger dijo lo siguiente en la Conferencia General de 1994: "Esta es la pregunta que hacemos en tiempos inciertos o cuando nos enfrentamos con nuevos desafíos. Podemos contestar con acción irreflexiva, esperando que hallemos soluciones sólo por medio de resultados. Fortunadamente el Señor nos entiende mejor que nos entendemos a nosotros mismos. El evangelio nos enseña a meditar y desarrollar fe primero. Sólo podemos hacer buenas obras después de decidir honestamente que seguiremos lo bueno, basados en el evangelio. La fe activa nos lleva a buenas obras. Recibiremos la fuerza de lo alto para seguir hacia lo que es bueno."

En esta época de confusión y distracción, el remedio es meditar. Aquí vienen 3 ejemplos de las escrituras que demuestran sólo 3 de los beneficios de tomar tiempo para meditar.


"Examina la senda de tus pies, y sean establecidos todos tus caminos" (Proverbios 4:26).

Nuestra naturaleza como seres mortales con cuerpos mortales y conocimiento incompleto nos asegura un constante importante: nos equivocaremos y pecaremos. Como tal, se requiere reconocimiento humilde para que podamos empezar a tomar los pasos necesarios para poder regresar al camino, y reorientarnos a nuestra meta principal de alcanzar la vida eterna. Se cita mucho el primer paso de la recuperación de adictos, y la cita aplica mucho a esta idea: "El primer paso es [reconocer] que tienes un problema." Por lo general, sólo reconocemos nuestras debilidades lo suficiente como para desear cambiar cuando tomamos el tiempo para meditar. Una reflexión profunda en la pregunta "¿qué más me falta?" es necesaria, como describe el élder Larry Lawrence:

"Vinimos a esta tierra para aprender y mejorar hasta que, de manera gradual, llegáramos a ser santificados o perfeccionados en Cristo. El viaje del discípulo no es fácil. Se ha llamado un ´curso de mejoramiento continuo.´ Al viajar por el camino recto y estrecho, el Espíritu nos desafía constantemente a ser mejores y escalar más alto. El Espíritu Santo es un compañero de viaje ideal. Si somos humildes y enseñables, nos tomará de la mano y nos guiará a casa."

Cuando apartamos el tiempo para meditar nuestro rumbo en la mortalidad, el Espíritu nos enseñará y nos dará el deseo de ver en qué podemos mejorar. De este modo, como el versículo de Proverbios dice, nuestros caminos serán establecidos. La mediación es buena para reevaluarnos.


"Pues sucedió que después que hube deseado conocer las cosas que mi padre había visto, y creyendo que el Señor podía hacérmelas saber, mientras estaba yo sentado reflexionando sobre esto, fui arrebatado en el Espíritu del Señor, sí, hasta una montaña extremadamente alta que nunca antes había visto, y sobre la cual nunca había puesto mis pies" (1 Nefi 11:1).

Fue en este monte alto (es útil recordar que la simbología hebrea usa el símbolo de un monte como representativo del templo) en que Nefi no sólo recibió una explicación del sueño de su padre, sino que también tuvo una visión de un futuro inmediato, uno cercano y uno muy lejano de su pueblo, así que también la venida de Cristo. De manera muy real, la meditación de Nefi le permitió estar abierto para poder recibir la revelación que buscaba en el momento, así que también la que le inspiraría a enseñar y liderar por el resto de su vida. Como grabó más tarde, "Y hablamos de Cristo, nos regocijamos en Cristo, predicamos de Cristo, profetizamos de Cristo y escribimos según nuestras profecías, para que nuestros hijos sepan a qué fuente acudir para la remisión de sus pecados" (2 Nefi 25:26).

Si apartamos el tiempo para meditar las cosas que hemos aprendido y buscamos un entendimiento más amplio de ellas, el Señor nos enseñará. Nos mostrará lo que debemos saber y lo que debemos hacer para tener la confianza espiritual como para seguir adelante. La meditación es buena para recibir revelación y dirección.


"Y sucedió que Nefi se dirigió hacia su propia casa, meditando sobre las cosas que le había manifestado el Señor. Y acaeció que mientras así meditaba--hallándose muy desanimado...he aquí, llegó a él una voz diciendo: Bienaventurado eres tú, Nefi, por las cosas que has hecho" (Helamán 10:2-4).

Este Nefi, un descendiente del primero, recibió en un momento de meditación algo que a muchos de nosotros nos falta de cuando en cuando. Mientras pensaba en su llamamiento, se sentía abrumado. Su esfuerzo había sido constante, su diligencia extraordinaria, y sin embargo la gente decidió rechazarlo. Seguramente todos hemos tenido momentos en que hemos dado todo lo que tenemos, y los resultados han salido poco satisfactorios. A veces esta falta de éxito nos lleva a dudar si vale la pena seguir esforzándonos. Nuestro amoroso Padre Celestial entiende qué tan difícil la vida puede ser, y Él siempre está disponible para darnos lo que dio a Nefi:

Ánimo.

Así como Nefi meditó sobre las promesas que se le habían dado, y en el testimonio inquebrantable que poseía, si nosotros podemos aprender a enfocar nuestros pensamientos en Dios en esos momentos de fracaso aparente, nos dará a saber que en verdad sí vale la pena. Que no debemos rendirnos. Que en verdad está orgulloso de nosotros. En Su manera nos dirá, "Bienaventurado eres tú por las cosas que has hecho." En verdad, la meditación es buena para animarnos.


Es importante que meditemos. Nos permite ver las cosas de una perspectiva más clara. Nuestras vidas suelen ser caóticas y confusas y absolutamente difíciles. Es importante tomar un tiempecito para descansar. Tomemos un tiempo para salir del caos para meditar profundamente en lo que está pasando en la vida, y porqué. Si lo hacemos, el estrés se disminuirá--será mucho más difícil cuestionar las intenciones de Dios para con nosotros. ¿Por qué? Porque cuando meditamos en la vida, el amor y en el evangelio, estamos invitando de manera humilde al Espíritu a ayudarnos a entenderlos.

El élder Richard G. Scott escribió, "Encuentra un refugio de paz y tranquilidad donde puedes meditar periódicamente y dejar que el Señor establezca la orientación de tu vida. A veces parece difícil encontrar un tiempo para meditar con todas nuestras responsibilidades en la vida. Sin embargo, un momento de reflexión confirmará que no importa qué tan rápido vayas para adelante, si estás en el camino equivocado, no se valerá nada."

Si tomamos ese tiempo, reconoceremos nuestras faltas, podremos fijar los planes para corregirlas, hallaremos una dirección a pesar del caos y el ánimo para seguir adelante cuando las cosas nos salen mal.

Tuesday, January 24, 2017

Persista en la inspiración que recibes

La vida es difícil. Pasamos por muchos desafíos en este viaje en la mortalidad. Vemos sufrimiento físico por todo el mundo. Estas situaciones son productos de un mundo que carece de orientación, y debemos suponer que tales situaciones no cesarán, ya que la segunda venida de Cristo va acercándose.

A un nivel más individual y personal, es difícil encontrar orientación para nosotros mismos en el mundo lleno de caos. A veces se nos dan oportunidades de ministrar a otros, especialmente con ciertos llamamientos en la iglesia, oportunidades que requieren que les ayudemos a ellos a encontrar esa dirección. Es casi imposible que lo logremos solos. Lo que nos puede ofrecer consuelo, sin embargo, es que el Señor no nos pide que lo hagamos solos.

Dijo Él, "Y ahora, de cierto, de cierto te digo: Pon tu confianza en ese Espíritu que induce a hacer lo bueno, sí, a obrar justamente, a andar humildemente, a juzgar con rectitud; y este es mi Espíritu. De cierto, de cierto te digo: Te daré de mi Espíritu, el cual iluminará tu mente y llenará tu alma de goz; y entonces conocerás, o por este medio sabrás, todas las cosas que de mí deseares, que corresponden a la rectitud, con fe, creyendo en mí que recibirás" (DyC 11:12-13). Es Su Santo Espíritu que nos puede iluminar en este labor de mortalidad que parece casi imposible de realizar. Pero podemos accesarlo en cualquier momento, si le acercamos a Él con humildad.

Una experiencia verídica puede ayudar a explicarlo, especialmente para aquellos que se encuentren en esas posiciones de liderazgo y servicio:

Había un misionero que servía como líder de zona en una zona que no andaba muy bien; la zona se componía de ramas pequeñas en pueblitos, y los misioneros batallaban para encontrar gente para enseñar. Mientras meditaba el líder sobre qué podía hacer para inspirar a sus misioneros, se sintió inspirado a aprovechar de las llamadas semanales con los líderes de distrito para compartir mensajes inspiradores de las escrituras. Lo intentó el primer domingo del cambio de séis semanas con los tres líderes de distrito, compartiendo algunas escrituras que trataba la expiación de Cristo. La reacción de los élderes no le pareció muy receptiva. "Tal vez el Espíritu no viaja bien por teléfono," grabó en su diario.

La próxima semana llegó y los números eran todavía muy bajos, y muy lejos de las metas que se habían fijado. El líder de zona humildemente oró para recibir más inspiración. La misma impresión llegó. Comparte mensajes de las escrituras. Una escritura específica le llegó a la mente. Como la semana anterior, la reacción de los élderes no fue lo que esperaba, pero sintió paz, sabiendo que el Señor le había inspirado y era lo que Él quería que hiciera. Entonces en las semanas siguientes, compartió escrituras. En vez de intentar cuestionar los esfuerzos de los élderes, o avergonzarles por sus números bajos, él compartió los mensajes con ellos con amor.

El último día del cambio, después de recibir la noticia de los asistentes del presidente de misión de que sería trasladado el siguiente día, recibió una llamada. Fue uno de esos líderes de distrito. Este élder había batallado mucho, porque había estado entrenando a un élder nuevo en una rama que sufría de muchos problemas serios y desafíos increíbles. Hablaron de la semana anterior y el progreso que los dos habían visto. De repente, se calló el élder. Le pareció al líder de zona que estaba tratando de no llorar.

Finalmente, este líder de distrito humilde dijo, "Élder, estoy muy agradecido por tus esfuerzos por ayudarme. Este cambio fue bien bien difícil. No tenía ninguna idea de lo que estaba haciendo. Pero cuando me llamabas los domingos, no me gritabas como hacen los demás líderes. Sabía que te importaba. Y cada vez que me compartiste una escritura, siempre fue una respuesta directa a mis oraciones y mis problemas."

Sintió el líder de zona una paz inmensa. Supo en ese momento que sus esfuerzos en orar había permitido que el Señor lo usara como un instrumento para inspirar a ese pobre misionero.

Todos necesitamos la guía del Santo Espíritu en nuestra vida, y la promesa se nos ha hecho: si lo buscamos humildemente, lo tendremos. El presidente Henry B. Eyring dijo, "Ustedes han tenido momentos en que sintieron la influencia del Espíritu Santo; pudo haberles ocurrido hoy mismo. Pueden considerar esos momentos de inspiración como la semilla de fe que Alma describió (Véase Alma 32:28). Planten cada una de ellas. Pueden hacerlo al actuar conforme a la inspiración que sintieron. La inspiración más valiosa para ustedes será saber lo que Dios desea que hagan....Cuando demuestran su disposición a obedecer, el Espíritu les dará más inspiración sobre lo que Dios desea que hagan para Él." (Pueden encontrar el discurso completo aquí)

En un mundo de caos, podemos hallar paz. Cuando tenemos problemas, podemos encontrar soluciones. Cuando estamos perdidos, o en un punto decisivo en nuestro viaje mortal, podemos hallar orientación. Si buscamos revelación con humildad, la recibiremos. Y cuando lo recibamos, debemos actuar. Sin embargo, es importante que recordemos que no siempre va a ser fácil, aunque busquemos esa guía. Tendremos que luchar. Pero si persistimos en la inspiración que recibimos, hallaremos paz. Aunque las cosas no pasen como pensamos o como esperamos, si respondemos a las impresiones espirituales, siempre nos guiarán a lo bueno. (Véanse Ether 4:12 y Moroni 7:13). Si se nos inspira a compartir el evangelio con un amigo, y él o ella lo rechaza, podemos saber que hicimos lo que el Señor deseaba. Si se nos inspira a pagar diezmo y se nos vienen problemas serios financieros, podemos sentir la certeza que todo saldrá bien. Hay muchos ejemplos, y el principio es igual.

La vida es difícil. Se nos hace mucho más difícil cuando no tenemos la guía del Espíritu. Tenemos que estar listos para seguir las tiernas impresiones cuando lleguen. Y cuando lleguen, debemos actuar, y entonces persistir con esa impresión recibida. recibiremos paz en el viaje. Cristo lo prometió cuando dijo a sus apóstoles miedosos, "La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo" (Juan 14:27); "...No temas; cree solamente" (Lucas 8:50).


El hombre y mujer naturales

En uno de los sermones más impactantes del Libro de Mormón, el gran profeta y rey Benjamín habló de nuestra condición en este estado mortal. Nos dio lucidez en cuanto a nuestro “estado natural”:

“El hombre (y mujer) natural es enemigo de Dios, y lo ha sido desde la caída de Adán, y lo será para siempre jamás, a menos que se someta al influjo del Santo Espíritu, y se despoje del hombre natural, y se haga santo por la expiación de Cristo el Señor, y se vuelva como un niño: sumiso, manso, humilde, paciente, lleno de amor y dispuesto a someterse a cuanto el Señor juzgue conveniente infligir sobre él, tal como un niño se somete a su padre.”

Todo vinimos a esta tierra con ciertas capacidades. Como descendientes de Adán y Eva, uno de esas capacidades es la de pecar, o en otras palabras, hacer cosas malas o no hacer cosas buenas, lo cual contribuye a una separación entre Dios y nosotros. Esta condición lleva consigo algunas consecuencias. El apóstol Pablo habló de una. "Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente" (1 Corintios 2:14). Esa condición mortal natural es no hacer nada, o hacer "el mal." El no hacer nada o el hacer "el mal" son lo que es contrario a la naturaleza de Dios, porque nos prohiben progresar. Robert Millet escribió un artículo en la Liahona de junio 1992 acerca del hombre natural. Escribió, "¿Qué es lo que caracteriza al hombre natural? Dicho de manera sencilla, el hombre natural es el que permanece en su condición caída; no ha experimentado el acto de renacer." Entonces, ¿cómo podemos deshacernos del hombre natural? El rey Benjamín nos dio la respuesta, y la analizaremos de esta manera. Nuestro viaje de mudar la cáscara del hombre natural es de tres pasos: aprender, cambiar y actuar.

1. Aprender

El rey Benjamín señala primero dos maneras de empezar a experimentar el renacimiento espiritual de que habló el hermano Millet. 1) "[Someterse] al influjo del Santo Espíritu" y 2) "[despojarse] del hombre natural" al acudir a la expiación de Jesucristo. El presidente Ezra Taft Benson una vez dijo algo sumamente profundo acerca de nuestra relación con Cristo y Su expiación. Dijo, "Tal como un hombre realmente no desea comer hasta que tenga hambre, así no desea él la salvación de Cristo hasta que realmente reconozca por qué necesita a Cristo." La pregunta que muchos incrédulos hacen es esta: "¿Por qué necesitamos a Cristo?" El Señor mismo contestó la pregunta:

"Y todo el mundo yace en el pecado, y gime bajo la obscuridad y la servidumbre del pecado. Y por esto sabréis que están bajo la servidumbre del pecado, porque no vienen a mí" (DyC 84:49-50). Es una cosa no hacer nada para quitar esa cáscara del hombre natural y quedarnos atascados en la trampa de la regresión por pecados que parecen ser insignificantes. Es otra cosa estar "bajo la servidumbre del pecado." Desgraciadamente, el pecado suele ser adictivo. Algunos actos, como el consumir drogas, alcohol o pornografía, son adictivos tanto fisica como mentalmente, hasta el punto de que nuestros cuerpos naturales anhelan más y más, aunque nuestros corazones ya estén listos a dejarlo todo. Pero de esto viene lo más bello de la expiación. Una noche fresca de primavera, en un jardín fuera de Jerusalén llamado Getsemaní, Jesús el Cristo no sólo sufrió la consecuencias de nuestros pecados, sino tambíen pudo permitirse quitar y llevar la carga de pecado para que pudiéramos cambiar. Cuando intentamos aprender de Cristo, y cuánto Su expiación aplica a nuestra situación, podemos tener una capacidad más grande, y un deseo más completo, de empezar a deshacernos de esa cáscara del hombre y la mujer naturales.

2. Cambiar

El siguiente paso en este proceso viene de manera innata con el aumento de nuestro conocimiento y entendimiento de cómo la expiacíon nos aplica a nosotros. Es por medio del arrepentimiento. Sin embargo, algo que muchas veces malentendemos de este proceso es esto: el arrepentimiento tiene menos que ver con el corregir los errores porque somos malos y necesitamos ser limpios (aunque esto es una razón muy buena de arrepentirnos), y más que ver con el cambio que ocurre cuando los corregimos. El presidente Benson dijo, "El mundo quiere moldear a los hombres cambiando sus circunstancias. Cristo los cambia, para que cambien ellos sus circunstancias. El mundo quiere determinar la conducta humana, mientras Cristo puede cambiar la naturaleza humana." El arrepentimiento verdaderamente nos puede cambiar. El ejemplo de una camisa lavada sirve aquí:

El proceso no es como la camisa sucia que se lava, pero que fácilmente se puede ensuciar de nuevo. Si nos cambiamos por medio de la expiación, con una fe completa y un arrepentimiento real, es más como si laváramos una camisa que nunca jamás se podría ensuciar. Mientras aprendemos de Cristo y las implicaciones de la expiación, y tomamos la determinacón de cambiar, esos atributos asociados con el hombre natural--el egoísmo, el odio, el orgullo--empiezan a transformarse a sus equivalentes puros.

En un artículo publicado en un sitio de artículos científicos para los niños, se habla del tema del proceso en los reptiles que se llama ecdisis. Así se llama al proceso de mudar el piel. Hablando específicamente de las culebras, el escritor dice lo siguiente: "Las culebras mudan su piel para permitir un crecimiento mayor y para quitar los parásitos que muchas veces se pegan a su piel vieja. Mientras crece la culebra, su piel se extiende demasiado. A diferencia de la piel de los humanos, la de las culebras no crece mientras crece el animal. Eventualmente, la piel de la culebra llega al punto de que más crecimiento no es posible." Cuando nos arrepentimos, pasamos por nuestro propio proceso de ecdisis espiritual. Permitimos más crecimiento--un crecimiento espiritual--que no se permite de otra forma.

3. Actuar

Los siguientes atributos, los cuales leemos en el sermón del rey Benjamín, deben llegar naturalmente cuando cambiamos. Son la sumisión, la templanza, la humildad, la paciencia y la caridad. La sumisión es el acto de estar disponible a someterse o ceder a la autoridad de otro; el ser humildemente obediente. La templanza es la condición de ser justo y sufridos. La humildad es el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y obrar de acuerdo con este conocimiento, especialmente en lo que tiene que ver con nuestra relación con Dios. La paciencia es la capacidad de aceptar o tolerar las demoras, los problemas, la oposición y el sufrimiento sin enojo, frustración ni ansiedad. La caridad es el amor puro de Cristo. ¿Qué tienen todos estos atributos en común? Necesitamos actuar para desarrollarlos. Muchos de nosotros fallamos en el proceso de ecdisis espiritual y de quitarnos del hombre o mujer natural porque pensamos que una vez que tenemos la certeza de la expiación y nos arrepentimos, ya somos como la camisa lavada invencible. Pero el proceso requiere que sigamos actuando. Esta acción asegura que desarollemos los atributos que señaló el rey Benjamín.

Una señal clara del éxito de nuestra acción es como nos sentimos. Cuando continuamos actuando, sentimos una porción más amplia del Espíritu. Los frutos del Espíritu llegan a ser más evidentes en nuestra vida diaria. Como describió Pablo, "Pero el fruto de Espíritu es amor, gozo, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza, contra tales no hay ley" (Gálatas 5:22-23). Las reacciones del hombre natural como odiar, ser indiferentes o pesimistas, quejarnos y ser groseros y impacientes empiezan a ser como la piel de la culebra; nos salimos de esa cáscara y nos damos cuenta de cuánto nos hemos cambiado. Lo que debemos reconocer, sin embargo, es que esto no es un evento aislado. Requiere atención y acción constantes.

El autor C.S. Lewis, en su libro Mero cristianismo, escribió, "Este mundo es el taller de un gran escultor. Nosotros somos las estatuas, y corre un rumor por ahí de que algún día, algunos de nosotros comenzaremos a vivir." Esta vida es una prueba. Tenemos desafíos naturales que vienen de nuestro estado caído y mortal. Aquí he escrito que "nosotros" somos los que vamos quitando la piel del hombre natural. En verdad sería más correcto escribir que sólo estamos permitiendo que el Señor lo haga. Esto concuerda con la cita de Lewis. Nuestro Padre Celestial y nuestro Señor, Jesucristo, sólo actúan como escultores si nos quedamos quietos y permitimos que hagan su obra. Sí requiere que reconozcamos esos momentos cuando nos bajamos de la mesa del obrador. Pero si tenemos así un hábito que nos prohíbe progresar, debemos recordar los tres pasos--aprender, cambiar, actuar--para que esa debilidad llegue a ser una fuerza:

1) APRENDER estudiando la maneras de superar,
2) CAMBIAR nuestro corazón y actitud, y
3) ACTUAR para desarrollar los atributos necesarios como para fortalecer nuestro carácter.

Una vez que emprendimos esta marcha, confiando con fe que nuestro Padre Celestial nos puede enseñar para que sigamos aprendiendo, moldear para que sigamos cambiando, y guiarnos para que sigamos actuando, estaremos bien disponibles para descubrir qué podemos llegar a ser.




Mi propósito

Mi propósito con este blog es proveer mensajes semanales que puedan ayudarles a sentir el espíritu es hallar inspiración en ello.

Cuando yo andaba de misionero en México, un miembro del quórum de los Setenta habló en una conferencia de estaca. Había sido parte del comité encargado de crear el sitio geneológico de Familysearch.org. El encargado del comité era el presidente Henry B. Eyring, ahora miembro de la Primera Presidencia. El presidente Eyring dijo entonces, "Si se salva una sola alma gracias a este sitio, todo el esfuerzo valdrá la pena." Sabemos que millones de almas recibirán los beneficios de esa obra. No creo que nadie se vaya a salvar por este blog, pero tengo el mismo propósito, y una actitud similar. Si algo que aparece aquí puede inspirar a una sola persona, todos mis esfuerzos valdrán la pena.

Por eso espero que todos puedan meditar lo que viene en este blog con un corazón abierto y una mente dispuesta. La revelación y la inspiración se pueden recibir en cualquier momento cuando estamos dispuestos a escucharlas. Si tú sientes la impresión de que debes compartir algún mensaje, ¡que lo hagas! No se sabe quién necesita escuchar ese mensaje hoy.